Traducido por Javier Ponce de Leon
Investigadores del Distrito de la Calidad del Aire de la Costa Sur y de la Universidad del Sur de California anunciaron ayer en el acta de la Academia Nacional de Ciencias que el uso extendido de «techos fríos», generalmente compuestos de materiales con colores claros que refractan una gran parte de los rayos solares, tienen el potencial de incrementar ciertos tipos de polución atmosférica.
El reglamento de construcción del estado de California ha sido revisado recientemente para exigir la instalación de techos fríos en proyectos de renovación o en proyectos nuevos de edificaciones específicas. Los techos fríos tienen fama de ser una buena estrategia para mitigar el efecto de isla calor urbano; es decir, la tendencia que tienen las ciudades de ser varios grados más calurosas que sus zonas aledañas, debido a la condensación de calor causada por el pavimento y los edificios. Lo cual implicaría una disminución de la demanda de aires acondicionados y, en consecuencia, otra de las emisiones de gases de efecto de invernadero.
Aunque pocos son los estudios que han indagado sobre los efectos de los techos fríos en la calidad del aire, los nuevos análisis abordan el tema a partir de datos de la cuenca atmosférica de la costa sur en California del Sur, la segunda área urbana más poblada de los Estados Unidos, que incluye Los Ángeles y Orange County. La calidad del aire en la cuenca suele ser muy baja y el nivel de ozono el más alto de la Nación. La pregunta es si el cumplimiento de los nuevos reglamentos de construcción ayuda o no a cumplir con las normas federales sobre la calidad del aire.
Los científicos recogieron información proveniente de las bases de datos del gobierno sobre el impacto de varios edificios y sobre cuáles de ellos están sujetos a los nuevos techos fríos. Luego, utilizaron modelos de simulación por computadora del tiempo y de la calidad del aire para predecir el impacto que tendría pasar a utilizar techos fríos de acuerdo con dos contaminantes atmosféricos con efectos importantes para la salud: el ozono y unas partículas muy pequeñas conocidas como PM2.5.
Los investigadores han descubierto que el uso extendido de techos fríos disminuirá las temperaturas máximas anuales en la cuenca. Un efecto generalmente positivo.
Sin embargo, las temperaturas temperadas en tierra podrían atenuar las brisas marinas y afectar la composición de las distintas capas atmosféricas. A su vez, estos cambios aumentarán las concentraciones de PM2.5 a lo largo de la cuenca.
Estudios anteriores afirmaban que los materiales de techos fríos no influían en las propiedades de refracción de los rayos ultra-violetas (UV). No obstante, los investigadores probaron varios materiales para techos fríos y descubrieron, de hecho, que algunos productos refractan más rayos UV que otros techos tradicionales.
Cuando estos datos fueron incorporados a las modelizaciones, se reveló que el uso extendido de techos fríos podría incrementar la concentración de ozono en el South Coast Air Basin. Esto se explica debido a que los rayos UV contribuyen a la formación de ozono.
El estudio también señala la importancia de comprender los efectos en la calidad del aire provocado por los pavimentos reflectantes, cuyo uso podría extenderse aún más que el de los techos fríos. Por ejemplo, en el South Coast Air Basin, el pavimento cubre el doble de superficie que los techos.
Probablemente, no hay mucho que se pueda hacer respecto al aumento de PM2.5 derivado de los materiales utilizados en techos fríos. De hecho, las ventajas que representan los techos fríos podrían pesar más que los inconvenientes. Sin embargo, el aumento de ozono podría ser evitado casi por completo imponiendo una disminución en la capacidad reflectante de rayos UV de los materiales en uso.
«Aunque el uso extendido de algunos tipos de materiales podría incrementar ligeramente los niveles de contaminación atmosférica, de ninguna manera queremos desincentivar el uso de esta tecnología», dice Wayne Nastri, director ejecutivo del Distrito de la Calidad del Aire de la Costa Sur. «El estudio se propone mostrar qué se tiene que hacer para ayudar a enfriar nuestras ciudades, al mismo tiempo que se evitan consecuencias no deseadas como el aumento de los niveles de ozono».
Otros estudios serán necesarios para determinar si dichos efectos en la calidad del aire pueden ocurrir en otras zonas geográficas. Pero, en general, un paso en la buena senda parece ser el trabajo realizado para predecir y controlar las consecuencias no deseadas del uso de esas nuevas tecnologías antes de ser lanzadas a un público más amplio.
Fuente: Epstein SA et al. “Air-quality implications of widespread adoption of cool roofs on ozone and particulate matter in southern California.” Proceedings of the National Academy of Sciences. 2017
Imágen: Los Angeles smog. Créditos: Ben Amstutz via Flickr.