Traducido por Brenda Moreno Espinosa
Para el año 2030, se espera que las turbinas eólicas en costa, produzcan alrededor del cuatro por ciento de la energía de Europa. Eso es cuarenta veces más energía de la que actualmente se produce. Entonces, ¿qué significaría tener parques de turbinas de 600 pies de altura frente a la costa de Europa occidental? ¿Qué tipo de vida van a albergar y qué significará eso para los ecosistemas en el Atlántico Norte?
Significaría bastante, y sería complicado, sugieren científicos del Centro Helmholtz-Zentrum Geestacht de Materiales e Investigación Costera, en Alemania. Liderados por los ecologistas Kaela Slavik y Carsten Lemmen, los científicos extrapolan los datos sobre la fauna que actualmente se encuentra en las turbinas eólicas marinas y la gama proyectada de parques eólicos. Los efectos a largo plazo (un rango expandido drásticamente para una especie clave, y una disminución en la productividad ecológica total, por otra parte) desafían un simple análisis bueno o malo.
La producción pelágica primaria, o la gran cantidad de biomasa producida en un ecosistema, podrían disminuir hasta en varios puntos porcentuales. Lo que se espera es conducir ese declive, con la proliferación de mejillones azules que se alimentan por filtración y que crecen en la infraestructura de las turbinas y eliminan el plancton del agua. No obstante, menos plancton estará disponible para otros animales, especialmente peces pequeños o jóvenes que ahora se alimentan de pequeños germines. Los modelos sugieren que no será un gran impacto, pero tampoco será insignificante.
Al mismo tiempo, los mejillones azules son toda una ingeniería eco sistémica. Su adherencia crea un hábitat para otras criaturas y sus cuerpos son sustento para peces grandes, crustáceos y mamíferos marinos. Se proyecta que los parques eólicos aumenten su rango regional en un 20 por ciento, y en consecuencia la biodiversidad local podría aumentar con su presencia, aunque es probable que parte de esa diversidad sea de especies no nativas que se apresuren a llenar las turbinas recién construidas.
Esas especies no nativas podrían producir ecosistemas más diversos y más resistentes, o tal vez no. Y habrá, por supuesto, efectos negativos de la construcción, como el ruido o los golpes de las aves en las turbinas. Sin embargo, los parques eólicos usualmente se instalan fuera de los límites de la pesca, especialmente la pesca destructiva de arrastre de fondo, creando áreas protegidas en las que la vida puede prosperar.
El estudio fue divulgado en el sitio de pre-publicación arXiv y aún no se ha completado a través de la revisión por pares; los autores señalan que “aún existen grandes incertidumbres relacionadas con la simulación de interacciones complejas entre ecosistemas”. Así que se deben tomar detalles precisos, tomando en cuenta esa advertencia. Sin embargo, el panorama general parece claro: los efectos de las turbinas eólicas marinas van a ser complicados.
Fuente: Slavik et al. “El impacto a gran escala de las estructuras de parques eólicos marinos en la producción pelágica primaria en el sur del Mar del Norte”. ArXiv, 2017.
Imagen: Asociación danesa de la industria eólica / Flickr