Traducido por Brenda Moreno Espinosa
Si reorganizáramos estratégicamente la ubicación de los cultivos en todo el planeta (reemplazando los cultivos de bajo rendimiento por otros más eficientes en cuanto a recursos y nutrientes), podríamos alimentar a 825 millones de personas más en todo el mundo. Esto lo menciona un grupo de investigadores en una publicación de Nature Geoscience, quienes mencionan que este proceso también disminuiría el consumo de agua hasta en un 14 por ciento.
Su propuesta para renovar el sistema alimentario es solo una de las muchas que los expertos han realizado en los últimos años, para abordar la tarea de alimentar a una creciente población mundial. Algunos han propuesto que iniciemos nuevas tecnologías ingeniosas para mejorar la eficiencia de la agricultura. Otros han sugerido un aumento en el uso de fertilizantes y agua para aumentar los rendimientos de los cultivos. Pero si bien, la primera opción es imposible para los agricultores pobres y de pequeña escala, la segunda depende del uso no sostenible del agua y de los fertilizantes que ya son una fuente importante de gases dañinos de efecto invernadero. Es por ello que los investigadores dirigidos por la Universidad de Columbia quisieron explorar una opción que limite el uso de los recursos y aumente los rendimientos de los cultivos.
Para ello, se concentraron en los 14 principales cultivos del mundo, incluidos el arroz, el trigo, el sorgo y la soja, que en conjunto representan el 72% de la producción mundial de cultivos alimentarios. Identificaron el uso del agua y la productividad de esos cultivos y luego modelaron qué distribución de cultivos en todo el planeta lograría un uso óptimo de los recursos y mejoraría la producción.
El modelo reveló que al aumentar la propagación mundial de cultivos eficientes en uso de agua como maní, soja, sorgo y otros, podríamos reducir el uso de agua de lluvia como de riego y producir más alimentos. Eso se comparó con alimentos como el arroz, el mijo y los cultivos de trigo que son dominantes en muchas partes del mundo, pero que en realidad usan más agua y en general tienen un menor beneficio nutricional.
Cambiar la distribución de los cultivos podría reducir el consumo global de lluvia en un 13.6% y el riego en un 12.1%. Igualmente, descubrieron que el cambio a alimentos más nutritivos permitiría un aumento del 10% en calorías y un aumento del 19% en proteínas a nivel mundial.
Los impactos variaron según el país, lo que demostró que la redistribución de cultivos no es una solución para todos. En el Medio Oeste de los Estados Unidos, por ejemplo, la escasez de agua persistiría incluso si se intercambiaran cultivos. No obstante, en 42 países, incluidos Australia, Marruecos y Sudáfrica, que sufren de estrés hídrico, se obtuvieron enormes beneficios: esos países podrían reducir el uso de agua en un 20% con el nuevo régimen agrícola. Otros 63 países, incluidos Kenia, Irán y España, podrían aumentar la producción de calorías o proteínas hasta en un 20%.
Además, los cultivos como la soja requieren menos fertilizante, por lo que si cultivamos más de ellos, podríamos reducir la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que entran a la atmósfera. La agricultura de uso eficiente del agua también es más resistente frente al cambio climático, por lo que la seguridad alimentaria se mejoraría en consecuencia.
¿Podemos realmente llevar a cabo la reubicación a gran escala de cultivos en todo el mundo? La respuesta dependerá de estudios regionales a mayor escala, que tengan en cuenta variables como la política y las preferencias alimentarias culturales, para ayudar a los países individualmente a optimizar la producción de cultivos y el uso del agua. Pero por el momento, este estudio proporciona una visión amplia de las posibilidades, destacando los puntos críticos de la ineficiencia agrícola en todo el planeta. Como lo ve el autor principal del estudio, Kyle Davis, quien menciona que es “una de varias herramientas para hacer que los sistemas alimentarios sean más sostenibles”.
Fuente: Davis et. Alabama. “Aumento de la producción de alimentos y reducción del uso del agua a través de una distribución óptima de los cultivos”. Nature Geoscience. 2017.