No es la temperatura, es la humedad en realidad

Traducido por María Fernanda Enríquez

El calor extremo no es solamente incómodo, pero es mortal.  Se espera que las olas de calor se vuelvan más frecuentes, más severas, y más largas con el cambio climático.  Y las proyecciones de estrés por calor que se basan en la temperatura solamente subestiman el problema, según dos estudios recientes.

La razón es que la que humedad – la cantidad de humedad en el aire – juega un rol importante respecto a cuan caliente se siente la temperatura.  El aire húmedo que está saturado con agua de vapor interfiere con la habilidad del cuerpo de refrescarse a través del sudor.  Muy poca investigación ha estudiado como la humedad afectará los eventos de calor extremo con el cambio climático, pero dos nuevos estudios sugieren que la humedad puede empeorar los efectos de olas de calor en el futuro.

“Las condiciones a las que nos referimos básicamente no ocurren en la actualidad – las personas en la mayoría de lugares no las han experimentado,” según lo manifestado en una rueda de prensa por Ethan Coffel, estudiante graduado del Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia y autor principal de uno de los estudios.  “Pero se proyecta que ocurrirán cerca del fin de siglo.”

Una forma de medir el efecto combinado de calor y humedad es conocido como el índice de temperatura.  En un estudio publicado el 1 de enero en Nature Climate Change, los investigadores usaron datos de temperatura, viento y humedad de modelos de clima para calcular valores de índices de calor futuros [1].

Descubrieron que mientras el planeta se calienta, el índice de calor aumenta más que la temperatura del aire.  En otras palabras, cuan caliente se siente aumenta más rápido que la subida del mercurio en los termómetros.  Esto significa que observar solamente la temperatura subestima cuanto la gente sufrirá por calor extremo mientras el cambio climático avanza.

El análisis muestra que el aumento en el índice de calor agrandará los efectos de las olas de calor en los trópicos, particularmente en el sureste de Asia.

Si las emisiones de carbón son altas o moderadas, la brecha entre el índice de calor y la temperatura del aire se ampliará en el curso del siglo 21.  Pero si somos capaces de reducir dramáticamente las emisiones de carbono en las siguientes décadas, el índice de calor no representará un problema excesivo, según los investigadores.

Un segundo estudio, publicado el 22 de diciembre en Environmental Research Letters, usó una medida diferente conocida como la temperatura del bulbo húmedo para evaluar los efectos combinados de temperatura y humedad. [2].

El enfoque general de estos investigadores fue similar al del primer grupo: usaron datos de la temperatura del aire, humedad, y presión superficial de modelos de cambio climático para proyectar temperaturas futuras del bulbo húmedo a través del planeta.  Y sus conclusiones son aún más alarmantes.

Descubrieron que para 2080, las temperaturas máximas del bulbo húmedo que ahora ocurren solamente una vez al año podrían imperar entre 100 a 250 días durante el año en los trópicos.  En otras palabras, lo que en la actualidad son los días más opresivos se volverán la norma.  Aún en latitudes medias, las temperaturas máximas del bulbo húmedo que ahora ocurren una vez al año pueden llegar a ocurrir entre 25 a 40 días al año.

Para los 2080s, las temperaturas del bulbo húmedo de 32 °C podrían ocurrir 1 o 2 días al año en el sureste de los Estados Unidos, 3 a 5 días al año en partes de Sudamérica, África, India y China.  En general para los 2070s, el planeta observará una cifra anual de 750 millones de personas al día expuestas a estas condiciones en un escenario de altas emisiones de carbono y 250 millones de personas al día expuestas si las emisiones de carbono son moderadas.

Con una temperatura del bulbo húmedo de 32 °C, la labor física sostenida se vuelve imposible.  Las temperaturas del bulbo húmedo que exceden la temperatura de la piel del cuerpo de aproximadamente 35 °C, son potencialmente peligrosas aun si la persona está descansando.  Por lo menos, eso es lo que los científicos creen – no sabemos en realidad lo que sucede a las personas bajo tales condiciones porque son tan infrecuentes en el clima actual.

Pero bajo un escenario de altas emisiones, los investigadores calculan que podría haber más de un millón de personas al día expuestas a temperaturas del bulbo húmedo de 35 °C para los 2070s.

Por fortuna, si las emisiones de carbono son bajas o moderadas, las temperaturas del bulbo húmedo de 35 °C serán potencialmente infrecuentes.

Sin embargo, “mucha gente se vendrá abajo mucho antes de que alcancen la temperatura del bulbo húmedo de 32 °C, o algo similar,” según manifestó en una rueda de prensa el co-autor Radley Horton, un científico del clima en Lamont-Doherty. Las olas de calor recientes en las cuales las temperaturas del bulbo húmedo han alcanzado 29 a 31 °C han causado decenas de miles de muertes.

“En las próximas décadas el estrés por calor puede resultar uno de los aspectos del cambio climático mayoritariamente sentido y directamente peligroso,” según los investigadores.  Llaman al estrés por calor “un factor de riesgo potencialmente transformativo para los humanos.” El peso será alto en regiones donde la gente trabaja en los exteriores y no tiene acceso a aire acondicionado, agua segura y tratamiento médico.

Mientras tanto, esta semana en Australia – que con buena infraestructura y mucha experiencia en olas de calor la convierten en una de las regiones más resilientes del planeta – el calor extremo mandó a un capitán del equipo de criquet al hospital y aparentemente mató por lo menos 200 zorros voladores, una especie de murciélago.  Como es el caso con más frecuencia, el riesgo transformativo para los humanos – y la vida silvestre – está ya presente.

Fuentes:

  1. Li J. et al.Elevated increases in human-perceived temperature under climate warming.”Nature Climate Change. 2018.
  2. Coffel E.D. et al.Temperature and humidity based projections of a rapid rise in global heat stress exposure during the 21st century.”Environmental Research Letters. 2017.

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