Comer pescado no es una estrategia sostenible para la acuacultura en el Antropoceno

Traducido por María Fernanda Enríquez

Comer pescado en lugar de carne roja es frecuentemente publicitado como la mejor alternativa para el ambiente.  ¿Pero es este beneficio tan claro como nos gustaría?

Considere lo siguiente:  más de la mitad del pescado que comemos actualmente es cultivado, y una manera de alimentar a los animales es capturar peces más pequeños como anchoas, sardinas y arenques en el mar adentro, traerlos a tierra, y triturarlos para convertirlos en alimento – esencialmente imitando el proceso natural, pero a escala industrial.  Por primera vez, un estudio en Nature Sustainability reflexiona sobre como el creciente apetito de la humanidad por pescado cultivado podría agotar ciertas poblaciones de peces silvestres del océano para el año 2050 – a menos que tomemos medidas para mejorar la forma de cultivo.

El estudio liderado por la Universidad de California, Santa Barbara encontró que, por un lado, si nos enfocamos en producir más y más pescado cultivado, los océanos podrían soportar un 30% de incremento de pesquería para anchoas, arenques y sardinas.  Pero, por otro lado, esta pesca intensa sería de corta duración: para el 2037 esas especies de peces forrajeros podrían colapsar, según muestra el modelo de los investigadores.

En su lugar, podríamos reducir la cantidad de peces forrajeros que necesitamos.  Y podríamos, según los investigadores, comenzar por limitar su presencia en la dieta de peces cultivados que la necesiten menos. Por ejemplo, la carpa y otros peces de agua dulce no son especies carnívoras en estado salvaje, y en acuacultura se han vuelto algunos de los más grandes consumidores de peces forrajeros porque esta dieta alta en proteína acelera su crecimiento.   Solamente al reemplazar parcialmente la dieta en base a peces forrajeros de estas especies de agua dulce con otras fuentes de alimento – como algas o insectos, podríamos para el 2050 reducir el consumo de peces forrajeros en 9 millones de toneladas.  Mas allá del pesco cultivado, si también reducimos la cantidad de peces usados para alimentar otro tipo de ganado – como pollo y cerdo – podríamos dejar 6.8 millones de toneladas de peces forrajeros en el océano.

Los investigadores también descubrieron formas en las que la acuacultura puede beneficiarse de los hábitos de desperdicio de nuestras pesquerías en general. La captura de peces para consumo humano resulta en grandes cantidades de vísceras, cabezas, escamas y colas que podrían ser recicladas y colocadas en circulación para la acuacultura.  Incluso si estos subproductos fueran utilizados en pequeñas porciones en la dieta de peces cultivados, podrían reducir la demanda global de peces forrajeros en un 3%.

Los hallazgos surgieron a través de una simulación de computadora que los investigadores construyeron para evaluar varios escenarios futuros de pesca.  Estos revelaron donde las pesquerías de peces forrajeros silvestres alcanzarían su límite, y cómo cuando se introdujeron en el modelo varias modificaciones respecto a nuestros métodos de cultivo, los resultados tendían a cambiar.

 

Y, sin embargo, las medidas que los investigadores evaluaron podrían en el mejor de los casos ganar algo de tiempo para las poblaciones de peces silvestres, actuando como una forma de seguro contra el colapso inminente.  Los investigadores advierten que estas medidas no podrán proteger a las poblaciones de anchoas, arenques y sardinas de su destrucción eventual – especialmente si factores inesperados se suman.  El cambio climático es uno de estos factores ya que podría restructurar el futuro de las especies de forrajeros.  El apetito humano por el pescado es otro: si las personas cambian cada vez más a una dieta basada en pescado por razones de salud y ambientales, se pondrá más presión en el crecimiento de la acuacultura.

Desde ya la acuacultura es la industria alimenticia de más crecimiento en el mundo, incrementándose de manera estable a un 6% anual.  De manera que para poder satisfacer su creciente demanda sin arruinar las pesquerías silvestres, debemos adoptar otras fuentes de proteína para el pescado cultivado – como algas, levadura, bacteria e insectos, según concluyen los investigadores.  “Estas incógnitas realmente enfatizan lo importante que son las fuentes alternativas de alimento para la sostenibilidad a largo plazo de la acuacultura.”

Fuente: Froehlich, et. al. “Avoiding the ecological limits of forage fish for fed aquaculture.” Nature Sustainability. 2018.

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