¿Se afligen los delfines? Reconsiderando la conservación en el Antropoceno

Traducido por María Fernanda Enríquez

Es una casualidad por circunstancias históricas que las ideas modernas acerca de la naturaleza y el medio ambiente se presentaron en una época cuando las ciencias ignoraban en su gran mayoría la mente de los animales.

Ese vacío se está llenando ahora que la etología y el conocimiento comparativo iluminan las vidas interiores de otros – incluyendo ballenas y delfines, algunas de las criaturas más preciadas, quienes son con frecuencia observadas asistiendo a sus compañeros muertos con algo que se asemeja a la aflicción.

¿En realidad, sienten dolor? ¿Y si lo hacen qué significa para nosotros – y para la conservación en el siglo 21?

“La interpretación del comportamiento animal como aflicción ha sido por mucho tiempo un tabú en las ciencias,” según investigadores del periódico Zoology.  “Sin embargo, tal interpretación y enunciado se han vuelto cada vez más aceptados.”

Liderados por el Biólogo Giovanni Bearzi de Biología de los Delfines y Conservación en Pordenone, Italia, los investigadores revisaron 78 informes científicos de lo que ellos denominan conducta atenta postmoderna en cetáceos:  ballenas individuales o delfines que permanecen con los cuerpos de sus compañeros de especie muertos, con frecuencia quedándose en contacto físico cercano y aun manteniéndolos a flote por días.

Ellos mencionan “entre las posibles explicaciones, un apego fuerte que dificulta dejarlos ir.”  Comportamientos similares serían rápidamente reconocidos como aflicción si fueran observados en humanos – y ciertamente las ballenas y delfines comparten con nosotros muchos de los fundamentos neurobiológicos de la aflicción.

Sin embargo, su experiencia de duelo es una posibilidad según enfatizan Bearzi y sus colegas, no una certeza.  Esa cautela refleja los límites de la información:  78 registros no son suficientes para hacer conclusiones y en algunos casos – como con los delfines machos “asistiendo” a criaturas que ellos mismos recién han matado – el comportamiento “podría ser algo completamente diferente,” según Bearzi.

Solo 20 de las 88 especies de cetáceos aparecieron en esos registros, y más de mitad incluyen a los delfines nariz de botella y jorobados.  Ellos tienen especialmente grandes cerebros y son muy sociables, lo que sugiere que sus capacidades e historias de vida han ayudado a facilitar la evolución de la aflicción.  Pero sería un error, dice Bearzi, asumir que las especies que no constan en los datos no poseen esos sentimientos.

Podrían expresarlos de otras formas o tal vez no fueron observados.  Después de todo, la mayoría de registros incluyen comportamientos observados desde un bote; lo que sucede bajo el agua, donde los cetáceos pasan la mayor parte de sus vidas, no lo podemos mirar.  Y algunas especies de ballenas no han sido documentadas como vivas. Solo se les conoce por los cuerpos arrojados a la costa.

Dicho esto, algunas especies de cetáceos podrían no afligirse – o entre los que lo hacen, la capacidad puede estar concentrada en sexos o individuos particulares.  La mayoría de los casos revisados por Bearzi incluyeron a hembras.

En resumen, la aflicción y sus posibilidades son complicadas.  Aunque sea tentador para la gente a quien la capacidad emocional de los animales les parece otra razón para protegerlos, una más persuasiva que argumentos acerca de la biodiversidad y la estética, uno no puedo describir a los cetáceos a grandes rasgos.  Y para Bearzi este razonamiento podría resultar contraproducente.

“Nuestro deseo de proteger animales y biodiversidad no debe depender de que los animales se comporten como lo hacen los humanos.  Ellos pueden comportarse diferente,” explica “y aún merecen ser protegidos.  Tiemblo cuando veo a las personas apreciando a los animales solamente porque tienen alguna característica humana.”

Fuente: Bearzi et al. “Whale and dolphin behavioural responses to dead conspecifics.” Zoology, 2018.

Imagen: Pixabay

Acerca del autor: Brandon Keim es un periodista independiente especializado en animales, naturaleza y ciencias y el autor de The Eye of the Sandpiper: Stories From the Living World. Se puede conectar con él en Twitter, Instagram y Facebook.

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