Traducido por Brenda Moreno Espinosa
Si las principales ciudades globales reutilizaran los desechos humanos como fertilizantes para cultivos, podrían reducir las importaciones de fertilizantes en algunos países en más de la mitad. Este descubrimiento, descrito en un documento reciente en Nature Sustainability, destaca el potencial de los desechos humanos para reducir el gran impacto ambiental de los fertilizantes y al mismo tiempo, ayudar a las ciudades a gestionar sus crecientes desechos.
Puede que las heces y la orina humanas sean productos de desecho, pero todavía contienen muchos nutrientes valiosos como nitrógeno, fósforo y potasio que pueden extraerse de forma higiénica y aplicarse a los cultivos. Al analizar 56 ciudades globales repartidas en seis continentes, los investigadores del estudio se propusieron determinar si los desechos humanos de estos centros urbanos podrían producir suficientes nutrientes para alimentar las tierras agrícolas en las afueras de las ciudades. Esto reveló puntos globales importantes donde esta forma de reciclaje podría tener un gran impacto.
Por ejemplo, en la ciudad egipcia de El Cairo, se podrían recuperar suficientes nutrientes de sus efluentes humanos para reducir las importaciones de potasio de Egipto (un ingrediente clave en muchos fertilizantes) hasta en un 70%. Los investigadores calcularon que entre 2000 y 2010, El Cairo también produjo suficientes desechos humanos para reemplazar todas las importaciones de fósforo en el país. Además descubrieron que las ciudades de Japón podrían cosechar suficientes nutrientes para reemplazar el 72% de las importaciones de fertilizantes nitrogenados del país, y en Buenos Aires la extracción de nutrientes podría compensar el 25% de las importaciones argentinas de potasio. En Jartum, los desechos humanos reutilizados reemplazarían el 73% del fertilizante de potasio que importa Sudán para alimentar sus cultivos.
No obstante, estas asombrosas cifras no fueron evidentes en todos los contextos de la ciudad. Los investigadores encontraron que en regiones como África, Asia y Europa, donde es común que las ciudades de alta densidad estén muy cerca de las tierras de cultivo, los nutrientes podrían redistribuirse de manera más eficiente a las tierras de cultivo. Pero en otras partes del mundo como Estados Unidos, los grandes centros urbanos como la ciudad de Nueva York y Boston a menudo están demasiado lejos de las zonas agrícolas para que el transporte de nutrientes urbanos sea económicamente viable, especialmente si toma la forma de aguas residuales tratadas que son pesadas y por lo tanto, costosas de transportar. En estos lugares, la extracción de nutrientes cristalizados del efluente humano podría ser una forma más barata de llevar este valioso recurso a las tierras agrícolas circundantes, señalan los investigadores.
En las ciudades donde es factible, el reciclaje de desechos humanos podría traer importantes beneficios ambientales. Al reemplazar grandes cantidades de fertilizante sintético, se reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero que resultan de la producción y el transporte de fertilizantes. También ayudaría a controlar la contaminación del agua y del suelo que a menudo resulta de la escorrentía de efluentes humanos. Y confiar en un suministro localizado de fertilizantes podría impulsar la seguridad alimentaria en algunos países: si las ciudades se convirtieran en centros confiables de producción de nutrientes, aislarían a los agricultores locales (especialmente los pequeños agricultores de subsistencia que ya son vulnerables) de los costos fluctuantes de las importaciones de fertilizantes, y así salvaguardar sus rendimientos.
Por supuesto, hay un obstáculo: la noción de cultivos alimentados con desechos humanos no va a ser una venta fácil para la mayoría de las personas. Pero eso contradice el hecho de que en realidad hemos estado reutilizando los desechos humanos como fertilizante durante siglos. Y, ahora que estamos desarrollando formas cada vez más sofisticadas para hacer que este proceso sea seguro, presenta un potencial real para resolver algunos de los mayores desafíos de sostenibilidad en el nexo entre consumo, producción y desperdicio.
“Sembramos nuestros cultivos en el campo, aplicamos fertilizantes ricos en nutrientes, comemos los cultivos, excretamos todo el nitrógeno, el fósforo y el potasio y luego esos nutrientes terminan en la planta de tratamiento de aguas residuales”, dicen los investigadores. “La ingeniería de un ciclo de nutrientes más circular crearía oportunidades que podrían beneficiar al medio ambiente, la economía y la agricultura”.
Fuente: Trimmer et. Alabama. “Recirculación de nutrientes derivados de humanos de las ciudades a la agricultura en seis continentes”. Nature Sustainability. 2018.
Imagen: Sharon Mollerus a través de Flickr