El conocimiento sobre la migración se transmite de una generación a otra. ¿Qué sucede cuando esa cultura se pierde?

Traducido por Brenda Moreno Espinosa

La migración de los animales generalmente se considera un comportamiento principalmente intuitivo. Sienten un tirón innato, parten a través del paisaje y eso es todo. Los conocimientos que los animales saben individualmente y las lecciones que transmiten a las generaciones futuras han sido infravalorados; sin embargo, estos conocimientos pueden desempeñar un papel vital en las migraciones de ovejas, alces y otros grandes mamíferos, y ser de crucial importancia para su futuro.

Investigadores han descrito en la revista Science que, “la conservación de los corredores migratorios existentes, los sitios de escala y los rangos estacionales no solo protegen los paisajes de los que dependen los ungulados. Tales esfuerzos mantienen el conocimiento tradicional y la cultura que usan los animales migratorios”.

Liderados por los biólogos Brett Jesmer y Matthew Kauffman de la Universidad de Wyoming, los investigadores no son los primeros en pensar sobre la migración animal de esta manera. Los habitantes indígenas del Ártico, por ejemplo, prohibieron durante mucho tiempo la caza de caribúes considerados los líderes y guardianes del conocimiento de sus rebaños; igualmente, los científicos han descrito la memoria y el aprendizaje social en bisontes, ciervos de cola blanca y otros ungulados.

Sin embargo, faltaba evidencia empírica, hasta que Jesmer y el equipo de Kaufmann colocaron collares GPS a casi 400 ovejas y alces, con lo que  rastrearon a los animales mientras seguían la llamada “ola verde”,  que es el crecimiento vegetativo que sigue a la llegada de la primavera, entre sus tierras de invierno y verano.

Algunos pertenecían a comunidades cuyas raíces locales podían rastrearse por más de un siglo; migraron de manera eficiente, encontrando los mejores sitios de alimentación en el momento adecuado. A otros les faltaban unas pocas generaciones de animales reintroducidos por conservacionistas; ellos también migraron, aunque no tan hábilmente. Y algunos de los animales rastreados fueron reintroducidos recientemente; no migraron en absoluto, a menos que hubiera otros animales más experimentados alrededor.

El equipo de Jermer y Kaufmann menciona que “estos resultados demuestran que los ungulados acumulan conocimiento de los patrones fenológicos locales en el tiempo a través del ‘efecto de trinquete’. Cada generación aumenta la información transmitida culturalmente con información obtenida de su propia experiencia, un proceso conocido como evolución cultural acumulativa”. Los investigadores estimaron que se necesitan alrededor de una docena de generaciones para desarrollar una rica cultura migratoria desde cero.

En un comentario que acompaña al estudio, el ecologista Marco Festa-Bianchet de la Universidad de Sherbrooke discutió las implicaciones de estos hallazgos para la conservación. Los intentos de reintroducir mamíferos migratorios, no solo los borregos cimarrones y los alces del estudio, sino otros ungulados a quienes probablemente se apliquen los resultados, podrían no solo fallar debido a problemas de hábitat o caza furtiva, sino porque el conocimiento necesario no existe.

Por el contrario, proteger ese conocimiento es crucial en un momento de rápido cambio ambiental. “Una vez que se pierden las tradiciones locales”, escribe Festa-Bianchet, “pueden pasar décadas antes de que se restablezcan”. Y tal vez estas ideas ayudarán a las personas a identificarse con los ungulados migratorios. Después de todo, no fue hace tanto tiempo que los mismos mecanismos culturales guiaron a nuestros propios antepasados ​​a través de la tierra.

Fuente: Festa-Bianchet, Marco. “Aprender a migrar“. Science, 2018.

Jesmer et al. “¿La migración de ungulados se transmite culturalmente? Evidencia de aprendizaje social a partir de animales relocalizados”. Science, 2018.

Imagen: El Proyecto Mural Migrante en InkDwell

Sobre el autor: Brandon Keim es un periodista independiente especializado en animales, naturaleza y ciencia, y el autor de El ojo de la lavandera: historias del mundo viviente. Conéctese con él en Twitter, Instagram y Facebook.

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