Traducido por María Fernanda Enríquez
Se prevé que el cambio climático tendrá un enorme impacto en la producción de cultivos y la seguridad alimentaria mundial en las próximas décadas. Un nuevo estudio de Nature Climate Change muestra que algunas medidas de mitigación diseñadas para reducir el impacto del cambio climático tendrán, en cambio, un impacto aún mayor en la seguridad alimentaria, poniendo en riesgo de hambruna a 45 millones de personas más.
Tendremos que adoptar muchas medidas audaces de mitigación climática si vamos a mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2°C según se detalla en el Acuerdo Climático de París. Uno de los métodos más efectivos es utilizar un impuesto global al carbono para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que ingresan a la atmósfera. Pero eso crea un desafío para la agricultura, que es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta.
El nuevo estudio, dirigido por investigadores del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados en Austria, mostró que un impuesto a las emisiones agrícolas aumentaría el precio de los alimentos y también encarecería la agricultura al aumentar el costo de la tierra. Del mismo modo, un impuesto global sobre las emisiones provocaría un cambio hacia una mayor producción de biocombustibles, lo que pondría a los cultivos de combustibles en competencia con los cultivos alimenticios, lo que en última instancia aumentaría las rentas de la tierra y los precios de los alimentos.
Todo esto podría hacer que ciertos productos alimenticios no sean asequibles para las poblaciones que ya luchan contra la pobreza, con consecuencias nefastas para su nutrición.
Al examinar ocho trayectorias económicas hipotéticas que el mundo podría seguir hasta 2050, los científicos demostraron que el impuesto sobre el carbono aumentaría el costo de los precios agrícolas y de los alimentos en cada uno de ellos. Incluso cuando se compara con una situación en la que el cambio climático era más grave y los rendimientos de los alimentos estaban dramáticamente alterados, la inseguridad alimentaria era aún mayor en el escenario donde se aplicaban las medidas de mitigación. Si bien se espera que el cambio climático ponga a 24 millones de personas más en riesgo de hambre para 2050, un impuesto a las emisiones agrícolas elevaría esa cifra a 78 millones.
Los países necesitarán desarrollar medidas de mitigación diseñadas a medida que tengan en cuenta la importancia de la seguridad alimentaria y que reduzcan el impacto de la agricultura.
Los investigadores explican que un aumento del precio mundial de los alimentos en este escenario “disminuye el consumo de alimentos o cambia la demanda a productos alimenticios menos costosos, con implicaciones para la prevalencia del hambre”.
Un análisis más detallado mostró que las medidas de mitigación también representarían más de la mitad del aumento de los precios del ganado y los cultivos para 2050. Los precios del ganado en particular aumentarían debido a las mayores emisiones asociadas con los animales de granja, especialmente las vacas. Y los investigadores identificaron que la desnutrición resultante de estas políticas estrictas se concentraría en el África subsahariana y en el sur de Asia, poniendo a 16 millones de personas más en riesgo de hambre en partes del mundo que ya se han visto muy afectadas por esta amenaza.
Los resultados revelan que la mitigación del clima no es tan sencilla como podría parecer, y que tampoco da lugar a beneficios indiscutibles. Pero, lo que es más importante, abandonar la mitigación climática no es una solución, dicen los investigadores: Eso sería fatal para el planeta en su conjunto.
En cambio, argumentan que debemos tratar la agricultura como un caso especial en lo que respecta a la mitigación. La agricultura es una causa y una víctima del cambio climático, pero obviamente también es una necesidad porque nos proporciona alimentos. Eso significa que los países necesitarán desarrollar medidas de mitigación adaptadas que tengan en cuenta la importancia de la seguridad alimentaria y que reduzcan el impacto de la agricultura, en lugar de limitar a los agricultores con los mismos impuestos globales que aplicamos en otros lugares. Los investigadores también sugieren un cambio hacia tipos de agricultura más productivos y climáticamente inteligentes, lo que reduciría el uso de la tierra y mejoraría la seguridad alimentaria, al tiempo que limitaría las emisiones.
“Nuestros hallazgos no deben interpretarse como una minimización de la importancia de los esfuerzos futuros de mitigación de emisiones (de gases de efecto invernadero), o para sugerir que la política climática causará más daño que beneficios en general”, enfatizan los investigadores. “La agricultura debe recibir un tratamiento muy específico cuando se trata de políticas de cambio climático”.