Traducido por María Fernanda Enríquez
Las pautas nutricionales nos dicen constantemente que deberíamos cambiar a dietas más saludables que contengan más frutas y verduras. Pero incluso si quisiéramos, actualmente no producimos suficientes productos frescos en el planeta para alimentar a todos con una dieta saludable, según encuentra un estudio reciente.
Sin embargo, también podemos solucionar este déficit de una manera que beneficie al medio ambiente: si hiciéramos un cambio global hacia dietas más sanas y nuestras prácticas agrícolas siguieran el ejemplo, podría reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero y liberar millones de hectáreas de tierra según muestra el artículo PLUS One.
El estudio, dirigido por la Universidad de Guelph en Canadá, midió cómo las dietas recomendadas coinciden con la cantidad real de alimentos que produciremos para 2050 para alimentar a 9.8 billones de personas. Cuando se mide por calorías, mostró que estamos produciendo mucho más de lo que realmente necesitamos.
Pero, divididos por tipo de alimento, de acuerdo con los requisitos de una dieta sana y equilibrada, en todo el mundo estamos produciendo demasiado en la forma de azúcar, granos y grasa, y muy poca fruta y verdura, según los investigadores.
Esto se demostró a través de “porciones”, una medida que utilizan las pautas dietéticas para ilustrar cuántas porciones diarias de cada tipo de alimento debemos consumir. En comparación con las 15 porciones recomendadas de frutas y verduras que deberíamos consumir cada día, solo estamos produciendo lo suficiente globalmente para darnos un tercio de eso, solo cinco porciones. Comparativamente, producimos suficiente grano para alimentar a todos 12 porciones al día, cuando solo necesitamos ocho. También producimos tres veces la cantidad de grasa que requiere la dieta promedio.
Pero si la agricultura global se adaptara para cumplir con las pautas alimentarias, no solo mejoraría la salud mundial, sino que también impulsaría grandes cambios en el uso de la tierra y las emisiones.
Cultivar más frutas y verduras para alimentar al mundo en 2050 consumiría 171 millones de hectáreas adicionales. Pero, eso se vería atenuado por una reducción masiva en la cantidad de tierra que se utiliza para cultivar cereales, lo que ahorraría 150 millones de hectáreas. Producir menos grasa, aceite y azúcar ahorraría otros 135 millones de hectáreas. En resumen, un cambio a dietas más sanas ahorraría 51 millones de hectáreas de tierras cultivables, que podrían dedicarse a la conservación de la biodiversidad.
Pero hay un problema: las pautas nutricionales típicas también recomiendan que, junto con una mayor proporción de frutas y verduras, una dieta saludable debe contener una cierta cantidad de proteínas animales, como los lácteos y la carne. Si eso se extrapola para cumplir con las dietas de 9.8 billones de personas para 2050, aumentará el uso de la tierra y las emisiones de gases de efecto invernadero: más ganado necesitaría más pasto y más grano tendría que ser cultivado para alimentarlos a todos. (En la actualidad, muchos países en el mundo no tienen acceso a suficientes proteínas, lo cual es probablemente la razón por la cual, en un futuro ideal, donde una dieta saludable y equilibrada se vuelva accesible para todos, esta cifra aumenta repentinamente).
Sin embargo, podemos remediar este impacto al reducir la proporción de proteínas animales a solo un 20% en la dieta promedio, y reemplazar el resto con proteínas de origen vegetal, dicen los investigadores. Eso volverá a aumentar la proporción de tierra dedicada al cultivo de proteínas, por lo que para reducir aún más este impacto, los investigadores sugieren que comencemos a buscar otras fuentes de proteínas más novedosas, como algas, hongos e insectos que podrían conectar de forma más sostenible esa brecha.
También podríamos usar nuevas tecnologías agrícolas innovadoras que se están desarrollando para aumentar los rendimientos de frutas y verduras en parcelas más pequeñas. Otra solución potencial es reducir a la mitad el desperdicio de alimentos a nivel doméstico, lo que ahorraría 100 millones de hectáreas de tierra, dicen los investigadores.
En última instancia, podemos confiar en todas estas soluciones para ayudarnos a calibrar nuestras futuras necesidades agrícolas y dietéticas con las del medio ambiente. Y si lo logramos, nos traerá mucho más que solo una recompensa de frutas y verduras, dicen los investigadores. “Tal transición reduciría las emisiones globales (de gases de efecto invernadero), apoyaría mejor los servicios de los ecosistemas y la biodiversidad, y tendría beneficios significativos para la salud humana”.
KC, K. et. al. “Cuando demasiado no es suficiente: la producción actual de alimentos satisface las necesidades nutricionales globales?” PLOS One. 2018.
Imagen: John Cooper via Flickr