Armados con información, los consumidores hacen mejores elecciones para el planeta.

Traducido por Brenda Moreno Espinosa

Un nuevo estudio demuestra que si los consumidores reciben información de sostenibilidad en las etiquetas de los alimentos, tomarán decisiones alimentarias más ecológicas que benefician el medio ambiente.

Lograr que las personas cambien sus dietas actualmente es reconocido como una de las formas más poderosas para reducir la huella colectiva de carbono de la humanidad. La agricultura produce hasta un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), debido a factores como las altas cantidades de fertilizante que emite gases que se aplican a las tierras de cultivo y las enormes cantidades contaminantes de metano y estiércol que surgen de las granjas ganaderas. El transporte de alimentos también requiere grandes cantidades de energía.

Sin embargo en el estudio de Nature Climate Change, compuesto por dos partes, los investigadores demostraron que un grupo de más de 1000 consumidores subestimó constantemente el impacto de los gases de efecto invernadero y el consumo de energía de 19 productos alimenticios diferentes.

Si bien estos participantes generalmente entendieron que los alimentos como la carne de res tuvieron un mayor impacto que, digamos, las verduras, por lo general no mostraron cuánto comprendían del impacto. En particular, los consumidores subestimaron el impacto de la carne roja en el margen más amplio, a pesar de tener una huella mayor que probablemente cualquier otro alimento. “La implicación más preocupante de este hallazgo es que el consumidor típico desconoce los beneficios que se pueden obtener al alejarse de las opciones de alto consumo de energía y alta emisión de GEI”, mencionaron los investigadores. Pero ven este “punto ciego” como una oportunidad para la intervención.

Ahí es donde entró la segunda parte de su estudio. Los investigadores le dieron a otros 120 participantes la opción de “comprar” latas de carne y sopa de verduras, cada una con una etiqueta que refleja su verdadero impacto ambiental. Esto representó el costo de los alimentos de dos maneras: con una escala de verde a rojo del impacto climático, y con una medida de minutos de bombilla que mostró la energía necesaria para hacer cada producto. (En comparación, el impacto de la sopa de carne de res fue aproximadamente 10 veces mayor que la sopa de verduras). El análisis mostró que cuando las personas estaban armadas con esta información, terminaban comprando más verduras que las sopas de carne. Eso sugiere que fueron impulsados ​​por la información disponible para hacer una elección más ecológica. En términos más generales, destaca el poder de la concientización para cambiar las dietas en formas beneficiosas para el medio ambiente, dicen los investigadores.

El estudio también comparó cómo los participantes calificaron el impacto de los alimentos, con la forma en que calificaron el impacto de 18 electrodomésticos, como computadoras portátiles y microondas. En general, las personas subestimaron a ambos. Pero, curiosamente, subestimaron el impacto de los alimentos mucho más que los electrodomésticos. El motivo de este déficit puede ser que el impacto ambiental de los electrodomésticos es muy visible para nosotros: a menudo tienen etiquetas de energía y su consumo de electricidad nos permite medir sus costos ambientales. En comparación, los impactos de los alimentos, como las emisiones de los fertilizantes, la deforestación y el transporte, son parte de un largo camino invisible que no vemos ni consideramos cuando finalmente está en nuestro plato.

Según los investigadores, mantener esta información oculta representa una gran oportunidad perdida para ayudar a las personas a hacer una elección dietética más ecológica. Y aunque se dan cuenta de que el conocimiento no lo es todo, la toma de decisiones también depende de otros factores, como los costos financieros y los valores personales, sigue siendo un importante punto de partida para el cambio.

Las evaluaciones ambientales de los alimentos ya existen, pero si se usan con mayor frecuencia, los investigadores creen que podrían convertirse en una herramienta inesperadamente poderosa para ayudar a cambiar las dietas en beneficio del planeta. “Las decisiones que tomamos en la mesa de la cena pueden tener un impacto significativo en desafíos globales como el cambio climático”, dicen los investigadores. “Y nuestra investigación muestra que los consumidores están dispuestos a tomar esa decisión”.

Fuente: Camilleri, et. Alabama. “Los consumidores subestiman las emisiones asociadas con los alimentos, pero son ayudados por etiquetas”. Nature Climate Change. 2018.

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