Traducido por María Fernanda Enríquez
La mayor parte de la discusión sobre el cambio climático y el clima extremo se centra en cómo los riesgos climáticos existentes, como las olas de calor, las inundaciones y las sequías, pueden volverse más frecuentes e intensos.
Pero el cambio climático también podría provocar la aparición de nuevas formas de clima extremo que son especialmente difíciles de preparar porque nunca los hemos visto antes.
Supongamos, por ejemplo, que un potente ciclón tropical causa cortes de energía generalizados y luego, antes de que se pueda reparar la red, golpea una ola de calor. La falta de energía para que el aire acondicionado mitigue el calor podría poner en riesgo a muchas personas.
Hasta ahora, tales eventos han sido raros. Pero según un análisis publicado ayer en Nature Climate Change, si las altas emisiones de carbono continúan, estos eventos combinados de ciclones tropicales y calor podrían ser una ocurrencia anual para finales de siglo.
Los investigadores reunieron registros de 121 ciclones tropicales importantes que tocaron tierra en las cuencas del Pacífico Noroeste, el sur de la India y el Atlántico Norte entre 1979 y 2017. Calcularon la probabilidad de que un ciclón afecte la ubicación dada en tierra para cada día del año.
También utilizaron registros de temperatura para calcular la probabilidad de que las ubicaciones experimenten un índice de calor de 40.6°C (105°F) para cada día del año. Esto les permitió modelar la probabilidad de que ocurra una ola de calor en los 30 días posteriores a la llegada de una tormenta. Un mapa de 2015 de la población mundial agregó la pieza final: cuántas personas podrían verse afectadas por estos eventos de calor tropical ciclónico.
Se espera que tales eventos ocurran aproximadamente una vez por década, calcularon los investigadores, y afectarán a unas 400,000 personas. De hecho, cuatro ciclones tropicales fueron seguidos por olas de calor entre 1979 y 2017. Pero, por suerte, todos ocurrieron en áreas remotas del noroeste de Australia, con solo alrededor de 1,000 personas afectadas.
Varias otras tormentas importantes han sido seguidas por calor que no llegó al límite de 40,6°C, incluido el ciclón Marian que azotó Bangladesh en 1991, el huracán Emily que azotó el Caribe y México en 2007, y el tifón Rammasun que se estrelló contra Filipinas en 2014.
Y a medida que avance el cambio climático, tales tormentas serán cada vez más propensas a ser seguidas por olas de calor. Por ejemplo, con 2°C de calentamiento global, existe una probabilidad de más del 70% de que una tormenta como el ciclón Marian sea seguida por calor extremo.
Se espera que las olas de calor después de los ciclones tropicales ocurran 7 de cada 30 años y afecten a 1.2 millones de personas con 1.5°C de calentamiento, y 11 de cada 30 años que afecten a 2 millones de personas con 2°C de calentamiento. Si la temperatura promedio global aumenta en 4°C, podrían ocurrir una vez al año o más con 11.8 millones de personas en riesgo.
En todo caso, el análisis probablemente minimiza el riesgo. Esto se debe a que los cálculos no tienen en cuenta el hecho de que se predice que los ciclones tropicales sucederán con más frecuencia con el cambio climático, ni explican el crecimiento futuro de la población en regiones propensas a los ciclones tropicales y al calor extremo. Además, el índice de calor tiende a elevarse en los días previos a una tormenta tropical, lo que significa que las evacuaciones en el camino de una tormenta que se avecina también podrían volverse cada vez más peligrosas.
Fuente: Matthews T. et al. “An emerging tropical cyclone-deadly heat compound hazard.” Nature Climate Change 2019.