Traducido por María Fernanda Enríquez
Un nuevo estudio encuentra que la diversidad global de plantas podría ser un salvavidas para la seguridad alimentaria en África subsahariana.
El análisis revela que reemplazar algunos cultivos alimentarios africanos en riesgo por cultivos más resistentes de otras partes del mundo, así como aprovechar la enorme diversidad genética de los parientes silvestres de los cultivos, podría ayudar a apuntalar la agricultura africana ya asediada por el cambio climático.
Se espera que el cambio climático tenga efectos particularmente duros en el África subsahariana, debido a sus condiciones ya tropicales, pero también debido a factores socioeconómicos más amplios que intensificarán su impacto. Eso profundizará la inseguridad alimentaria en todo el continente, si las emisiones globales continúan aumentando.
Al observar 29 de los cultivos alimentarios africanos más importantes, que incluían granos, frutas y verduras, un equipo internacional de investigadores descubrió que, dependiendo de la gravedad del cambio climático, entre el 12 y el 29% del futuro ‘espacio climático’ donde estas especies crecen habrá cambiado para 2070. Tales cambios a gran escala podrían eliminar muchos cultivos básicos que ya no podrán crecer en estas condiciones más extenuantes.
Por ejemplo, de los 29 cultivos, se espera que un alimento básico almidonado llamado Guinea Yam sea el que más sufra: se predice que el 56% de su clima futuro será nuevo para 2070, debido a la limitada área de cultivo del ñame, y por lo tanto una mayor exposición al cambio.
Pero, por otro lado, el análisis de los investigadores también reveló un tesoro de biodiversidad mundial de cultivos que teóricamente podría reemplazar la mayoría de estos alimentos amenazados con alternativas similares en el futuro.
Las regiones tropicales y cálidas del mundo, como América del Sur y el sur y este de Asia, en particular, albergan variedades de cultivos más resistentes, probablemente porque estas plantas ya ocupan nichos climáticos específicos que reflejan las condiciones que se desarrollarán en el África subsahariana en el futuro. En estas regiones, los investigadores encontraron que los cultivos de papa, calabaza, frijol, taro y mijo, en particular, serían adaptables a los futuros extremos climáticos subsaharianos. También descubrieron que ciertos parientes silvestres de la papa, la batata y el mijo se enfrentarían mejor al cambio climático que los cultivos actuales.
En casos especialmente prometedores, ciertos cultivos se beneficiarían tanto de parientes silvestres adaptables como de cultivos internacionales, otorgándoles una doble protección contra el cambio climático. Estos incluyeron calabaza, papa, café, un cultivo comercial, y mijo.
Para determinar todo esto, los investigadores se basaron en un gran depósito de datos sobre 778 parientes silvestres de los 29 cultivos subsaharianos, así como varios cultivos similares de otras partes del mundo. Luego determinaron cómo funcionarían estas alternativas bajo el cambio climático en África subsahariana, tanto en un escenario de emisiones medias a bajas como en un escenario donde las emisiones continúan aumentando. Esto reveló qué alternativas de cultivo funcionarían como sustitutos bajo los cambios climáticos proyectados.
Como tercera medida, los investigadores también consideraron si, en casos extremos, podría ser necesario un reemplazo completo por cultivos completamente diferentes del continente subsahariano. Este fue el caso del asediado Guinea Yam, que no tenía sustitutos globales adecuados y parientes silvestres limitados, lo que significa que la sustitución por otros tipos de cultivos subsaharianos sería la opción más probable para llenar ese agujero agrícola.
Pero para la mayoría de las especies en riesgo, la perspectiva es decididamente más positiva, enfatizan los investigadores. “Nuestros resultados muestran que la mayoría de los cultivos tienen el potencial climático para ser reemplazados en el futuro, principalmente por otros cultivos que actualmente se encuentran en una amplia gama de ambientes climáticos [o] que son específicos de áreas particularmente cálidas”, explican.
Por supuesto, cultivar parientes silvestres, y cultivos de lugares remotos, requeriría recursos y tiempo, y sería un desafío técnico. Es por eso que las asociaciones internacionales para compartir nuevas variedades de plantas y recursos genéticos deberían ser defendidas, dicen los investigadores: en un mundo cambiante, estas especies de respaldo serán un seguro contra lo desconocido.
“En general, nuestro estudio muestra que la agrobiodiversidad, fusionando la rica diversidad mundial en cultivos y parientes silvestres, puede representar una solución importante a través de un sistema global de distribución de beneficios”, dicen.
Fuente: Pironon et. al. “Potential adaptive strategies for 29 sub-Saharan crops under future climate change.” Nature Climate Change. 2019.