¿Qué pasaría si el manejo de la pesquería se enfoca en la nutrición, no solo en los mercados?

Traducido por María Fernanda Enríquez

Según un nuevo estudio en Nature, algunas de las tasas más altas de desnutrición se encuentran en las naciones costeras con las pesquerías más ricas en nutrientes. El desarrollo de pesquerías más equitativas y eficientes para cerrar esta brecha nutricional no solo remediaría la inseguridad alimentaria generalizada, sino que también podría beneficiar al medio ambiente.

Estos hallazgos, producidos por un equipo internacional de científicos, mostraron que el 50% de los países costeros, principalmente en África, Asia, el Caribe y el Pacífico, tienen una deficiencia de nutrientes de moderada a grave. Sin embargo, estas naciones también tienen pesquerías que producen nutrientes más que suficientes para alimentar a todos sus hijos menores de cinco años, la población más vulnerable nutricionalmente. Los investigadores descubrieron que, para varios de los países en riesgo, la pesca regional podría exceder las necesidades de nutrientes de las personas que viven a menos de 100 kilómetros de la costa.

Utilizaron un modelo estadístico para calcular la riqueza de micronutrientes de 350 especies de peces en todo el mundo, basándose en factores como las especies, la dieta y las temperaturas regionales del agua, características que se sabe que afectan las composiciones de nutrientes en los peces. Esto reveló la riqueza regional de micronutrientes individuales, por pesquería, lo que ayudó a los investigadores a identificar conexiones cruciales perdidas entre pesquerías ricas en nutrientes y poblaciones locales en dificultades.

Esto permitió un análisis detallado que mostró, por ejemplo, que en muchos países africanos y asiáticos, las pesquerías regionales contienen altas concentraciones de hierro y zinc. Sin embargo, irónicamente, las personas en estos países, especialmente los niños, corren el mayor riesgo de deficiencias en estos mismos nutrientes.

Algunos ejemplos se destacaron. En la nación de Namibia, en el sur de África, las tasas de deficiencia de hierro son altas, del 47%. Pero solo el 9% de los peces desembarcados de su costa podrían cubrir los requisitos de hierro para toda la población costera, encontraron los investigadores. Las personas que viven en las islas de Kiribati en el Océano Pacífico central tienen un 82% de riesgo de deficiencia de calcio. Pero solo una pequeña proporción (1%) de los peces capturados en sus mares podría proporcionar todo el calcio requerido para cada niño menor de 5 años. Para otros 22 países repartidos por Asia y África occidental, todos los requisitos dietéticos de cada niño menor de cinco años podrían cumplirse utilizando el 20% de las pesquerías de esas naciones.

Pero ahí está el problema: la mayoría de las veces, el pescado capturado en una región termina siendo consumido en otro lugar. Esto está impulsado por los lucrativos mercados de consumo en las naciones más ricas para especies de peces específicas, así como por el enorme mercado en el uso de pescado para la alimentación de mascotas y piensos para el ganado. Esto hace que los peces se canalicen desde las costas del mundo, y lejos de las personas que podrían beneficiarse enormemente, a lugares remotos donde finalmente se necesita menos.

Esto fue sostenido por el hallazgo de los investigadores de que los buques pesqueros extranjeros y el comercio internacional son prominentes en países donde hay altas concentraciones de pescado rico en nutrientes, pero también altas tasas de deficiencia nutricional en la población local.

La conclusión, dicen los investigadores, es que no necesitamos producir más. Más bien, necesitamos distribuir nutrientes de una manera más focalizada nutricionalmente, a través de cadenas de suministro más equitativas diseñadas para empoderar y beneficiar a las poblaciones locales.

Aquí es donde mejorar la accesibilidad a los nutrientes en estas naciones podría encajar con los objetivos ambientales. Si las pesquerías estuvieran motivadas por esto, y no solo por los mercados, las pesquerías podrían volverse más eficientes, lo que significa que no necesitaríamos pescar tanto y, por lo tanto, se podría controlar la sobrepesca. Y gracias a una cadena de suministro más eficiente, el pescado no necesitaría viajar tan lejos, y posiblemente habría menos desperdicio, otro gran flagelo ambiental.

Solo necesitamos una pequeña cantidad de desembarques actuales para alimentar a las personas en las naciones costeras más vulnerables. Esto, escriben los investigadores, “sugiere que un enfoque pesquero sensible a la nutrición podría alinearse con los esfuerzos ambientales para reducir los niveles actuales de cosecha”.

Fuente: Hicks, et. al. “Aprovechar la pesca mundial para hacer frente a las deficiencias de micronutrientes.” Nature. 2019.

Imagen: David Shterenberg

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