¿Estamos subestimando el potencial tanto para el desastre climático como para la acción climática?

Traducido por María Fernanda Enríquez

 En los últimos años ha quedado claro que el modelado climático es propenso a subestimar la velocidad del cambio climático y los puntos de inflexión asociados con él, lo que genera temores de que el futuro climático podría ser más grave de lo que imaginamos.

Pero un nuevo estudio argumenta que, de la misma manera, el modelado de futuras emisiones de carbono a menudo subestima la velocidad de descarbonización y la magnitud de las posibles soluciones climáticas. Eso sugiere que hay más esperanza para controlar el cambio climático de lo que pensamos.

El documento, que aparece en la revista Environmental Research Letters, esencialmente reúne datos existentes y los mira a través de una nueva lente.

El autor principal del artículo es Amory Lovins, cofundador y presidente del Instituto Rocky Mountain, un grupo de expertos centrado en soluciones basadas en el mercado para la eficiencia energética y de recursos. Por lo tanto, su enfoque es particular. Aún así, es útil considerar qué enfoques convencionales para las emisiones de carbono podrían faltar.

Por ejemplo, el modelado de futuras emisiones de carbono hace uso de datos sobre tendencias recientes. Pero “reciente” a menudo significa el período entre aproximadamente 1970 y 2010. De hecho, los investigadores argumentan que ocurrió un punto de inflexión alrededor de 2010. Desde entonces, la energía y la intensidad de carbono de la economía global (es decir, la cantidad de energía consumida o emitida por el carbono por unidad de crecimiento económico) ha estado cayendo, y a un ritmo acelerado.

“Los muchos modelos que aún extrapolan las tendencias de intensidad energética desde las décadas hasta 2010 están perdiendo el cambio aparentemente innovador de esta década”, escriben.

Y eso tiene consecuencias. Los análisis que utilizan datos anteriores sobre la energía y la intensidad del carbono sugieren que mantener el cambio climático a 2°C, y mucho menos a 1,5°C, es casi imposible en este momento. Pero centrarse en los datos de esta década sugiere que “ni la complacencia ni la desesperación están justificadas”, y todavía hay una posibilidad real de alcanzar el punto de referencia de 1,5°C.

Combatir el cambio climático requiere tanto decarbonizar el suministro de energía como mejorar la eficiencia energética. Pero los modelos de evaluación integrada (IAM), que los científicos usan para resolver las consecuencias de posibles políticas y vías climáticas, tienen problemas para manejar ambos fenómenos.

Las formas renovables de energía con bajas emisiones de carbono, como la eólica y la solar, han estado creciendo mucho más rápido de lo previsto. Por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía aumentó su pronóstico de capacidad solar en 23 veces entre 2002 y 2018. Pero la capacidad solar actual es más de 50 veces el pronóstico de 2002.

Cuanta más tecnología renovable compramos, más barata se vuelve, lo que lleva a las personas a comprar más. Pero los modelos convencionales no pueden capturar este ciclo de retroalimentación positiva, señalan los investigadores.

Dichos modelos también luchan por dar cuenta de las mejoras en la eficiencia energética que realmente están ocurriendo, y mucho menos de lo que podría ser factible en el futuro cercano. “A menudo se supone informalmente que la eficiencia está estancada, en gran parte completa, completamente entendida y un poco pesada”, escriben los investigadores. Pero eso no podría estar más lejos de la verdad.  

Cuanto mejor podamos modelar la eficiencia energética, más podremos ver nuevas oportunidades de mitigación. Pero los modelos atrapados en el pasado corren el riesgo de descartar las posibilidades prácticas como un pastel en el cielo.

Una pieza final del rompecabezas proviene de la constatación de que los análisis han tratado las causas de calentamiento de corta duración como el metano de la misma manera que las de larga duración como el dióxido de carbono. Esto significa que ahora existe la oportunidad de disminuir masivamente las emisiones de metano para ganar tiempo para reducir las emisiones de carbono en las próximas décadas.

“Cambiar la forma en que pensamos y hablamos sobre la dinámica del metano en la atmósfera sería similar a descubrir un freno de mano de emergencia pequeño pero útil en nuestro tren de carbono desbocado: su uso rápido por sí solo no puede detener el tren de alta velocidad, pero puede ralentizarlo notablemente.”

Muchas emisiones de metano provienen de la quema deliberada de pozos de petróleo y gas. Las compañías petroleras saben cómo detener las fugas de gas de manera realmente efectiva, ya que tienen que mantener contenido el llamado “gas agrio”, que es altamente tóxico. Argumentan que ahora es necesario que un puñado de compañías petroleras vean la aplicación de esa tecnología al metano como una oportunidad comercial masiva.

Fuente: Lovins A.B. et al.  “Recalibrating climate prospects.” Environmental Research Letters 2019.

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