La población de hipopótamos de Colombia es un enigma ecológico fascinante

Traducido por María Fernanda Enríquez

Con orígenes en el zoológico privado del capo del cartel Pablo Escobar, la creciente población de hipopótamos de Colombia se descarta fácilmente como una nota anómala de la historia natural. Sin embargo, también son un caso de estudio ecológico provocativo.

Originarios del África subsahariana, los hipopótamos son considerados ingenieros de ecosistemas en su tierra natal, pero nunca antes habían vivido en América del Sur. ¿Cómo se traducirán sus impactos? Esta “novedosa introducción de un megaherbívoro en un nuevo continente”, escriben los investigadores en la revista Oryx, “plantea preguntas sobre la dinámica futura del sistema socioecológico en el que se ha introducido”.

Dirigidos por Amanda Subalusky, una ecóloga de la Universidad de Yale, los investigadores revisan lo que se sabe sobre los hipopótamos en su área de distribución nativa, con la vista puesta en cómo las enormes criaturas (hembras adultas pesan alrededor de 3.000 libras y los machos varias veces ese peso) caben en las vastas llanuras de humedales del río Magdalena de Colombia, en las que deambularon tras la muerte de Escobar en 1993 y su posterior abandono.

Se estima que 50 hipopótamos viven allí ahora. Subalusky y sus colegas recurren a datos demográficos de África para predecir una población de 800 para 2050. Dependiendo de las tasas de reproducción, esa cifra podría acercarse a 5,000, más que suficiente para tener consecuencias significativas.

En solo un año, la alimentación y defecación de un solo hipopótamo puede transferir más de una tonelada de carbono y otros nutrientes de los sistemas terrestres a los acuáticos. Este pulso de fertilizante hace que la vida florezca, alimentando plantas e insectos y peces, aunque, en cantidades muy altas, puede tener el efecto contrario, alimentando tantas bacterias hambrientas de oxígeno que el agua se vuelve anóxica, lo que lleva a la muerte masiva de peces.

Sin embargo, estas muertes a su vez pueden proporcionar una oleada de alimento para los carroñeros; y mientras los hipopótamos se revuelcan, sus cuerpos recorren piscinas y tallan canales a través de la vegetación, formando nuevos estanques y conectando los viejos. Todo esto “altera el hábitat y la disponibilidad de recursos para una variedad de otras especies”, escribe el equipo de Subalusky, y en África, que generalmente se considera positivo.

Pero, ¿qué pasa con la cuenca del Río Magdalena, donde muchas especies locales evolucionaron sin tanta perturbación? Los investigadores describen cómo algunas criaturas necesitan pasar parte de sus vidas en piscinas estacionales aisladas; conectarlos sería perjudicial. Los hábitos alimenticios de los hipopótamos también podrían desestabilizar las riberas de los ríos, acelerar la erosión y destruir las zonas ribereñas.

Por otro lado, la sedimentación causada por la actividad humana y el desarrollo de la tierra es un problema en el Magdalena; los hipopótamos podrían ayudar a evitar que se llenen las llanuras aluviales. Y hasta hace unos 10.000 años, América del Sur albergaba perezosos gigantes y parientes de elefantes del tamaño de un camión; quizás los hipopótamos realmente realizan tareas ecológicas perdidas cuando esos animales se extinguieron.

En resumen, es complicado. Lo mismo es cierto para sus impactos en las economías y sociedades humanas. Algunas personas pueden beneficiarse de ellas, mientras que otras pueden sufrir molestias e incluso daños. A algunas personas les gustarán, pero a otras no. En última instancia, estas actitudes determinarán el futuro de los hipopótamos.

Subalusky y sus colegas no toman una posición sobre lo que debería ser. A partir de ahora, el gobierno colombiano dice que tratará de detener el crecimiento de su población, utilizando la esterilización quirúrgica (ya que los intentos de dispararles se encontraron con la indignación pública) y finalmente los reubicará.

Sin embargo, esto puede resultar poco práctico, especialmente si no se hace pronto y sus números aumentan. Como con tantas situaciones en un planeta, cambiado repentina y dramáticamente por la actividad humana, el tiempo es corto y las incertidumbres son grandes.

Fuente: Subalusky et al. “Posibles efectos ecológicos y socioeconómicos de una nueva introducción de megaherbívoros: el hipopótamo en Colombia.” Oryx, 2019.

Imagen: FICG.mx

Sobre el autor: Brandon Keim es un periodista independiente especializado en animales, naturaleza y ciencia. Ahora está escribiendo Meet the Neighbours, un libro sobre lo que significa la personalidad animal para nuestras relaciones con los animales y con la naturaleza. Conéctese con él en Twitter, Instagram y Facebook.

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